Parálisis cerebral, ¿en qué consiste?

La parálisis cerebral es un trastorno del movimiento que suele aparecer antes de los 3 años de edad.

La parálisis cerebral es un tipo de discapacidad producida por una lesión cerebral. La lesión limita la actividad de la persona, porque afecta tanto a la movilidad como la postura. Los científicos definen la parálisis como un grupo de trastornos permanentes del movimiento.

Suele ocurrir durante el desarrollo del feto o en los primeros años de vida. Además, puede acompañarse de déficits de sensibilidad o intelectuales. Por ello, se dice que es una pluridiscapacidad.

Se estima que, en España, uno de cada 500 bebés tienen parálisis cerebral. Es un trastorno frecuente y muy incapacitante.En este artículo te explicamos en qué consiste y cuáles son los tipos principales.

¿En qué consiste la parálisis cerebral?
Como hemos mencionado, la parálisis cerebral, en realidad, se refiere a un conjunto de trastornos que afectan a la capacidad de movimiento, al equilibrio y la postura. Suele aparecer en los primeros años de vida, ya que la mayoría de las veces se produce durante la gestación.

La parálisis cerebral suele acompañarse de otras dificultades. Por ejemplo, tareas como caminar o escribir resultan complejas. También tiende a coexistir con discapacidad mental u otras patologías. Todo esto depende del lugar y del tamaño de la lesión cerebral.

Se trata de una patología permanente que no cambia a lo largo de la vida. Esto se debe a que la lesión cerebral es irreversible y, con ella, el daño neurológico. Como la mayoría de los casos se dan antes de los 3 años, los síntomas son visibles de forma temprana.

Síntomas
La parálisis cerebral suele advertirse porque al bebé le cuesta sentarse, gatear e, incluso, sonreír. Se ve alterado el tono muscular, de manera diferente según el tipo de parálisis.

Sin embargo, los síntomas relacionados con el movimiento no son los únicos. Puede provocar problemas auditivos o dificultad para reconocer las sensaciones táctiles (agnosia). También puede causar falta de coordinación, alteraciones de la atención o discinesia.

Tipos de parálisis cerebral
Existen diferentes tipos de parálisis cerebral, cuyos rasgos principales son:

Parálisis espástica. Las personas que la sufren tienen mucha dificultad en controlar los músculos, que tienden a debilitarse. Suele afectar a brazos y piernas.

Parálisis disquinética. Se dan movimientos involuntarios y lentos. Empeora con la fatiga y con las emociones fuertes. De hecho, mejora con el reposo y con el sueño. Las personas con este tipo de parálisis presentan un habla difícil de entender.

Atáxica. Afecta al cerebelo, que es la parte del encéfalo que controla el equilibrio.

Parálisis cerebral mixta. Se debe a lesiones en varias estructuras, por lo que se da una combinación de síntomas.

Por otra parte, la parálisis se puede clasificar también según las zonas afectadas. De esta manera, encontramos:

Hemiplejía (solo en una mitad del cuerpo).
Paraplejía.
Tetraplejía.
Monoplejía.

Del mismo modo, se clasifica también en función de su gravedad. Así, puede ser leve, moderada o severa.

Tratamiento de la parálisis cerebral
Como hemos mencionado, se trata de una patología permanente y, por desgracia, incurable. Sin embargo, gracias a ciertos tratamientos y atenciones, se puede conseguir una buena calidad de vida. Para ello, se emplean conjuntamente la fisioterapia, la terapia ocupacional y la logopedia.

Para lograr el mejor tratamiento, existen diferentes centros de asistencia. Destacan los centros de día, los ocupacionales, las residencias, los pisos tutelados, etcétera. En ellos se imparten todos los métodos mencionados.

Se han identificado ciertas causas de la parálisis cerebral que pueden prevenirse. Por ejemplo, es necesario evitar los golpes en la cabeza del bebé. Hay que utilizar medidas de seguridad, como cascos y asientos adecuados en el coche. También es importante estar atentos en casa.

Otra situación relacionada es la incompatibilidad del grupo sanguíneo de la madre y del feto. Esto puede detectarse y prevenirse desde el principio del embarazo. Del mismo modo, hay que vacunar a la madre frente al virus de la rubéola, que parece estar relacionado.

En conclusión
Lo ideal es mantener un embarazo lo más saludable posible. Cualquier práctica de riesgo, como el tabaco o el alcohol, puede dañar al feto. Además, es necesario realizar todas las pruebas pertinentes durante el embarazo. Si los problemas aparecen después, hay que acudir al médico ante cualquier síntoma.

Fuente: Mejor con Salud / EB