Leandro Rodríguez Linárez:
¡Guaidó 2020! o ¿Guaidó 2020?

Opinamos, de mantenerse las mismas condiciones de usurpación en 2020 la presidencia de la Asamblea Nacional debe continuar suscrita al acuerdo político 2015 firmado por las organizaciones políticas que la integran. Si existe algo fundamental en democracia es respetar los acuerdos políticos, es necesario asimilar, en este sistema de gobierno todos somos necesarios, pero nadie es insustituible, premisa que el chavismo nunca supo respetar deificando a una simple figura partidista generando las trágicas consecuencias que hoy padecemos.

El rescate de nuestra constitucionalidad, de nuestra democracia, está por encima de cualquier individualidad, sí anclamos estos esfuerzos a una sola persona estamos perdidos, el mismo Bolívar señaló tajantemente que si un hombre fuese necesario para sostener el Estado ese Estado fracasará, al final desaparecerá y no hay nada más cierto, el chavismo es una oda a la desobediencia al legado bolivariano, la involución (no revolución) del siglo XXI liderada por Chávez nos trajo a estadios superados por la humanidad decente, nos retrocedió a la idolatría, al endiosamiento de políticos, a la sumisión de castas sostenidas por las armas, al debilitamiento premeditado de toda una sociedad a través de necesidades creadas, empeoradas, a la más acentuada pérdida de soberanía… ¡Qué pesar!

Como todo en política, Guaidó es circunstancial, le tocó asumir la presidencia del parlamento nacional en momentos donde el chavismo dejó de ser reconocido legalmente (legítimamente hacía rato ya lo había sido). Sin desmeritar lo que Guaidó ha hecho (y continúa haciendo) cualquier otro presidente del parlamento, de cualquier otra organización, iba a ser amparado por las mismas circunstancias/legalidad y apoyo extranjero… por favor pido no descontextualizar estas líneas: Guaidó ha hecho cosas que han hecho resaltar su gallardía e ímpetu, con aciertos y desaciertos, pero el rescate de Venezuela no está atado a él, él es parte de ese magnánimo esfuerzo global, donde los objetivos deben ser lo más importantes e inamovibles, por encima de personalidades.

No olvidemos, el presidente AN es Presidente de la República encargado porque existe, según nuestra constitución, una falta absoluta del ejecutivo nacional. El texto indica, debió haberse convocado elecciones presidenciales en los 30 días siguientes al producirse la falta, sin embargo, la desinstitucionalización reinante hace imposible se cumpla ese desiderátum, pues la psuvización de los poderes públicos, el rechazo popular a estos, hubiese arrojado otro presidente chavista ilegal e ilegitimo. Así pues, ante esta coyuntura, el planteamiento de un presidente encargado ha sido aceptado por la comunidad internacional por su adherencia a la carta magna.

Según el acuerdo 2015 la presidencia AN 2020 corresponde a los partidos minoritarios, corresponde a la plenaria de ese máximo cuerpo legislativo hacer la mejor escogencia en el marco de las exigencias históricas, las equivocaciones a estas alturas serían trágicas. Un nuevo presidente AN tendría la misma protección internacional que el actual, traería consigo nuevos enfoques, nuevas líneas de acción, necesarias en un escenario que luce gravemente estancado.

¿Es riesgoso sustituir a Guaidó? Por supuesto, se puede perder la ilación con su gobierno constituido y reconocido mundialmente, pero también porque la presidencia AN podría caer en manos de partidos colaboradores al régimen. Pero también existe riesgo al dejarlo ¿Ya habrá mostrado todo? los resultados no han sido pragmáticos al pueblo, se necesita dinamismo político. Por otro lado, desapegarnos a una figura de semejante envergadura sería un excelente indicio de superar la maldición de los mesianismos, sea como sea, es importante comprender que el rescate de Venezuela no radica en una persona sino en el esfuerzo mancomunado y planificado de los actores políticos/pueblo.