Anaquenses ya no encuentran qué comer ante el recrudecimiento de la inflación

Anaquenses ya no encuentran qué comer ante el recrudecimiento de la inflación


Ronald R. Rodríguez Barrios / ECS


Anaco.- El mango, la sardina, la yuca, los granos, el pan y los huevos fueron la tabla de salvación a
la que se aferraron los anaquenses para sobrevivir a la tormenta inflacionaria en la que naufragan
los bolsillos del pueblo. Pero ni siquiera estos nobles productos han resistido el nuevo embate con
que la economía se comporta más como arma de destrucción masiva que como herramienta a favor
de la humanidad.
Las constantes varianzas del precio del dólar americano han ocasionado un recrudecimiento de la
crisis económica nacional, que ya de por sí era atroz y despiadada. A pesar de que en ningún
momento el pueblo venezolano ha parado de sufrir, la situación en los meses recientes estuvo “un
poco calmada”.
Las harinas de maíz artesanales, que por un tiempo fueron una opción económica, también han
doblado las rodillas ante el destructor paso de la crisis. El precio de las mismas ya superan los 10
mil “soberanos”.
Pero desde hace un par de semanas ha regresado esa tendencia de incremento de los precios de
todos los artículos, bienes y servicios de manera virulenta. La depreciación permanente y violenta
del mal llamado Bolívar Soberano no da tregua y deja a los venezolanos más pobres con cada
segundo que pasa. Sí, con cada segundo que pasa. Parece tan exagerado como increíble.
El trago amargo
Nilda Marcos, comerciante informal, apunta que a diario tiene que “tragar amargo” al momento de
anunciar el precio de los alimentos que vende, porque el arroz, la pasta, las harinas de maíz, el
azúcar, el café, los huevos, y los enlatados que ofrece “suben y suben a cada instante” admitió.
“Me da como corte, pero qué le voy a hacer” comentó la mujer de 30 años de edad que justificó tal
comportamiento alegando que de no hacerlo de esa manera “no ganaría nada”.
“El problema es que el dólar está subiendo siempre” explicó Marcos quien detalla que antes de
proceder a realizar una venta utiliza su teléfono móvil para consultar “a cómo están los verdes
porque no para”.
Con semejantes palabras, pero con otra visión, se pronunció Teresa Mijares, de 50 años de edad,
que espantada relata que “jamás Venezuela vivió tanto desastre y pobreza”. La abuela asegura que
“escuchó que en un tiempo los pobres comían perra harina y que a los bebés los alimentaban con
agua de avena, pero ahora ni ese lujo pueden darse los desposeídos”.
La población insiste, quizás porque no le queda de otra, en reclamar al alcalde de Anaco, Luis
Guevara Marrón, al gobernador de Anzoátegui, Antonio Barreto Sira, así como a los concejales del
PSUV y al protector Jesús Figueroa, la implementación de medidas que protejan al pueblo de la
localidad “gasífera” en una situación de las que pocos dudan “es la más triste y dramática de
cuantas han sufrido los venezolanos”.